Era 5 de agosto de 1944. Víspera del inicio de la novena. La Virgen de la Estrella había vuelto recientemente tras una importante restauración realizada por el insigne imaginero Sebastían Santos Rojas, autor afamado que había realizado imágenes, sobre todo marianas, para sustituir a las desaparecidas en los sucesos de 1936 en diversas localidades, entre ellas las vírgenes del Valle, de los Dolores y del Socorro de La Palma del Condado, o la Virgen del Refugio de la sevillana y torera hermandad de San Bernardo.
El higuereño, entre otras acciones, había retocado la talla de la cara, dejando el óvalo facial más afinado, y le había sustituido los ojos tallados por unos de cristal, por lo que de esta forma, realzó aun más la belleza de la patrona.
Pero no sería la única alegría en esos días. El entonces párroco de Chucena, Eduardo Bellido, convocó al pueblo para celebrar un romerito "con toda clase de caballerías y vehículos" que lo llevara hasta el ramal de la carretera Sevilla-Huelva, única conexión por entonces con ambas capitales. El motivo: la recepción de unas coronas. Las preseas, realizadas en oro y brillantes, habían sido donadas por las vecinas de la localidad Remedios y Vicenta Gutiérrez Marín -y no sería su único legado, pues también dejaron unas tierras junto a la iglesia parroquial que conforman lo que hoy llamamos 'el cercado de la Virgen', zona por donde actualmente se asienta también la casa hermandad-.
Estas coronas fueron llevadas a la parroquia, donde tanto éstas como la imagen de la Señora repuesta al culto serían bendecidas. Posteriormente, tuvo lugar un acto de imposición de coronas, realizado por el propio párroco, seguido de un besamanos a la Santísima Virgen.
No era más que el símbolo del amor y la devoción de un pueblo por su patrona, reflejado en esa imposición, algo que se conoce como coronación litúrgica o popular, y realizado en numerosas imágenes, como sucedió con la Esperanza Macarena en 1913 o en el caso de la Esperanza de Triana, en 1963. Luego, éstas imágenes tendrían su coronación otorgada por la Iglesia, es decir, la canónica, en 1964 y 1984, respectivamente, como confirmación de su devoción.
Lo mismo ha sucedido en Chucena, hace tan sólo dos meses y cuatro días. El pueblo ha vuelto a refrendar su amor por su Virgen con la imposición de la misma corona, esta vez a manos del obispo de Huelva, casi setenta años después de aquella coronación popular, algo que sin duda los mayores del pueblo recordarán con entusiasmo, como tantos y tantos eventos en los cuales su Estrella ha sido la protagonista, tales como la ida a Huelva, con sus aniversarios, el patronazgo canónico o el nombramiento como alcaldesa perpetua.
Y es de justicia recordar este acto, cuando hoy se cumplen setenta años de aquella 'primera coronación'. Desde luego que Juan Vázquez Díaz no lo pudo reflejar mejor, como igualmente se reflejó en el escenario de la plaza: "sois de Chucena blasón".
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